Páginas

23 diciembre 2016

Comezón

Ella lo padece.

*

Ahora mismo por mis piernas tengo un montón de marcas rojas y un poco de sangre. Claramente: son el resultado de mis uñas sobre mi piel. Me pican esas marcas. Me pican más en la zona donde terminan las calcetas, un poco antes de las rodillas. Me pica la cintura. También, las costuras del sujetador. Los hombros y al final de la espalda. La cara no me pica pero el cuello, a veces. Que nadie me hable del pelo. Ya me estoy rascando. Nada me alivia: ni las cremas, ni el calor. Las sábanas frescas, un poco. Me pica todo. No lo digo. Me rasco sin los dedos, con un bolígrafo, con un tenedor. Me rasco sin rascarme. Todavía tengo sangre.

*

Tú, ahora, también.

26 noviembre 2016

Para una noticia reportajeada: 'I, Sisyphus', títeres para adultos

Antecedentes informativos

Solicitud: imposible el jueves por la mañana.

  Adjudicación: entrevista el viernes al mediodía.
Acciones:
documentación
preparar preguntas en inglés
gestionar al fotógrafo en previsiones 
encontrar físicamente a la coordinadora del Festival en el teatro 
(encontrarme y hablar con mi profesora de Lengua y Literatura de 3º y 4º de la ESO)
que el sistema de iluminación enfocara a esas piezas de resina
(en la oscuridad total de la sala)
que  Vaselka sonriera
(fue imposible)
entrevistar físicamente a Vaselka, la directora del espectáculo 
escribir mentalmente en 'Mis componendas', una alternativa temática
 Resolución: publicación el sábado de una alternativa a mi alternativa: Marionetas llenas de vida.


'Mis componendas'

Vaselka Kuncheva, autora y directora de 'I, Sisyphus':
"Para encontrar tu alma tienes que deshacerte de muchas capas"
Las marionetas de la obra 'I, Sisyphus' ofrecen una reflexión filosófica sobre el sentido de la vida

10 noviembre 2016

Prevención

Las probabilidades empezaron a aumentar. Salir a la calle y lo típico de que la maceta se cayera desde la repisa de un balcón hasta su cabeza es lo que iba a suceder. Lo que estaba claro es que, si salía por las calles más transitadas, un joven captador iba a hacerle firmar para unirse a una ONG. Dejar la puerta blindada atrás suponía un riesgo. El tacón puntiagudo de su zapato derecho podía incrustarse en la rejilla de algún sistema de alcantarillado.

Los coches van como locos y tú eres un peatón desprotegido que no tiene carcasa. Cualquier rueda podría pisarte, destrozarte, aniquilarte.

Bueno, ¿y lo de comer fuera? Descartado. Los platos podían estar envenenados. ¿Por quién? Está claro. Por esa señora de melena de longitud media con un anillo de casada en el dedo anular, que lleva toda la ropa de color negro. La montura de las gafas y los zapatos son de color negro también. La camisa que lleva sobre la camiseta y debajo de la chaqueta es de color granate, de una tela granate translúcida. Esa señora es la sospechosa de algo que ni tu sospechas.

02 octubre 2016

Alboroto sigiloso

Recogió a sus perros de la guardería. Todo el día en silencio. Ni un ladrido. Nada. Nadie llamó al timbre. No oía ni el ruido de las agujas del reloj que siempre le molestaba por las noches porque lo llevaba en la muñeca y, claro, colocaba el brazo cerca de la oreja. Eran las 11:50. Durante tres días fueron las 11:50. 

Parecía que no había nadie en el edificio. Las cuerdas del patio de luces estaban la mayoría vacías. Ninguna chirriaba y eso que todas chirrían. Los buzones estaban llenos de publicidad. Los que la reparten habían conseguido entrar a la casa pero, ¿cómo lo habían hecho? Parecía que no había nadie en ningún piso y a su interfono nadie había llamado. Todo habría ocurrido mientras recogió a los perros.

El molinillo de su balcón giraba. Sus aspas metálicas tenían tal velocidad que podrían cortar el dedo de quien, sin cuidado, quisiera pararlo. Por eso, la maceta parecía que iba a salir volando. El molinillo hacía un ruidillo extraño y característico. Un ruidillo rítmico que encajaba con distintas melodías. A partir de ahora no podía parar de cantar (todo en su cabeza, para no romper el silencio). 

Tinky Winky, Dipsy, Laa-Laa... ¡Po!

18 septiembre 2016

Tejidos

Contexto y síntomas:
El viernes salí a la calle y me dio un poco de frío. No estoy acostumbrada al frío en septiembre. Tengo una herida en la boca. No en el paladar ni en la lengua ni en ninguna parte de las encías, sino en la parte de detrás de la piel de mi cara. No le da el sol y con mis dientes la hago más grande. Es blanca, mira.

*
Me duele la herida. Me escuece. 
Pero, en realidad, ¿a ti esto qué te importa? 
*
Remedio:
Le pongo hielo. Muelo granos de café. Un poco de miel.
Detrás de la cara. 

20 agosto 2016

Armonía indeterminada

Nebulosa también se cayó de la nube número nueve:

Estaba acostada 
con los ojos abiertos 
escuchaba una música que tenía el volumen muy fuerte. 
Con los ojos abiertos. 
Nebulosa no oía nada más. 
Esa canción tétrica en la que el xilófono era lo único que destacaba. 

En aquella nube el arte tenía significado. Sobre el colchón de muelles, el arte no sucedía con el gerundio. Nebulosa está siempre dormida y obsesionada por no estarlo. Esa habitación en la que vive ahora no es suave ni fresca. No se transforma en agua. Es cemento pintado de blanco.

Hay un reloj que tiene unas agujas muy largas. Repiquetea. Hace ruido, pero no lo oye. Su sonido lo tapan los instrumentos al compás de los segundos. No hay puertas ni ventanas. No hay ni un armario ni un escritorio. No hay estanterías, pero sí una mesilla de noche con dos cajones: el primero tiene una cerradura y no hay llave. La pared está intacta, no hay cuadros colgando y Nebulosa odia que su voz reverbere. 

12 julio 2016

Correspondencia

Tengo tres correos sin leer. No los voy a leer en la vida porque son de 2010. Son los típicos correos de bienvenida a la plataforma de Gmail: “Hola, buenas, estamos aquí a tu servicio”. Son tres emails estúpidos, que en su momento supongo que servirían de algo. Pero ahora no. 

Tengo siete correos en borradores. Uno es de el documento más importante en el que estoy trabajando. Por si acaso tengo algún problema con el original, lo guardo en un borrador. Otro es el título de una película. Va cambiando cada semana. Otro es una lista de webs que pueden servir para el primer documento del que hablaba. El siguiente contiene una palabra: “Conjuro”. El otro tiene un texto que forma parte de un desvarío poético que surgió en una conversación con mi mejor amigo. El otro es una descripción para un proyecto futuro. Y el último, el primero, que tiene fecha del siete de abril, unas ideas que escribí en un avión. 

Tengo algunas etiquetas o categorías para organizar mejor el contenido que me llega a la bandeja de entrada. Tengo también siete emails en la bandeja de ‘spam’. Juro que el número siete es casualidad. Juro que no tengo nada que ver con esa cifra. 

01 julio 2016

Para una entrevista: a una folclórica digital

Folclórica digital
Nacida en los noventa
Con residencia fija en Europa


Pregúntale por la infinitidumbre de internet, por su antiguo pelo largo y por si su abuela entiende su forma de vida. Esos son los tres pilares de la entrevista. Al menos, así la fundamentaría yo. Para completar, pregúntale si le da pena ver las fotos de sus amigos en Facebook celebrando el día del bando. Que si se ve en algún otro momento de su vida que no sea la jubilación viviendo en Murcia. Que si, de hecho, se ve jubilada en Murcia. O si entiende el concepto de jubilación en este siglo. Ve profundizando según diga que sí en un momento o en otro. 

No le preguntes por si quiere tener hijos. Hazme caso. Pregúntale si el 'ramen' del chino de cerca de La Merced sabe al original que habrá probado en Tokio, que tienes curiosidad.

No le preguntes por el videoclip, que es ya muy típico. No te va a decir nada de la artista, no por nada, si no porque en realidad no sabe nada. ¿Por qué Milán? ¿Por qué no París? ¿Por qué Osaka? El japonés suena a chino. Intenta saber cuál es el último libro que leyó y cuál es su autor favorito.

Pregúntale por cómo entiende el presente, cómo se muestra ante el futuro y si del pasado recuerda algo y, en tal caso, si lo cambiaría. Ya sé qué es típico, pero así vas a poder aportar el matiz, por teléfono desde Japón.

Dile que si todavía se acuerda de la contraseña de su cuenta en esa plataforma de preguntas anónimas e identificadas, y si sabría decir cuántas preguntas le quedan por responder. Que si piensa algún día contestarlas o si va a cerrar la cuenta. Comprueba antes que la tenga abierta. Pregúntale por qué tanto fuego en sus gifs de Tumblr. Que te explique cómo fluye. Cuando sintió que explotó su fama, es decir, que no había vuelta atrás para que nadie la conociera, si es que eso algún día fue posible. 

Pregúntame: tienes alguna pregunta. Pregunto.

17 marzo 2016

Vínculo fallido

Antes de ayer reconocí al padre del que iba a ser mi marido o, al menos, de uno de ellos, porque, claro, dicen que esas cosas no se planean. El otro día, este martes, me di cuenta (mediante una revelación divina) de que ese hombre que sabía tanto y que hablaba tanto era el padre de ese chico que de vez en cuando ojeaba por internet. A ese señor era la cuarta vez que lo veía en unas charlas de ámbito cultural, pero era la primera que lo identificaba como su padre. La sensación fue rara porque me di cuenta de que todo encajaba.


Sin embargo, el primer contacto visual y terrenal con su descendiente ocurrió antes. Hace ya casi seis años reconocí al hijo en una exposición. A mis amigos, muy de vez en cuando, les hablaba de él como si supiera cosas de él. Lo que sabía era lo que publicaba de vez en cuando en su antiguo blog —ahora inoperativo—. Tampoco lo entendía mucho, pero estaba claro —o eso quería pensar mi yo del pasado— que trataba temas transcendentales e interesantes. Cuando lo vi paseando por esa sala con grandes cristaleras dije un tanto alterada: “Madre mía, si es él. No puede ser”. Lo vi una segunda vez ese mismo día de mayo, pero me di una tregua y pensé que si lo veía una tercera le diría algo.

Antes de ayer dije también un tanto entusiasmada: “Madre mía, si es su padre. No puede ser”. Y acto seguido pensé: "Bueno, sí, puede ser, concuerda”. Sí. Sé su nombre y sus dos apellidos. Mis amigos conocían su nombre y ahora conocen sus apellidos. Durante todos estos años pensaban que no existía y me parece que crearon una leyenda a su alrededor. Pero ahora también saben en qué ciudad vive y supongo que no comprenden los temas sobre los que escribía y escribe —vamos, que les pasa casi lo mismo que a mí—.

Ahora mis amigos y yo conocemos —bueno, por decir algo—, al que en un enlace supuesto, no se callaría y mencionaría a autores y a eruditos que solo él y su hijo conocen. Así, sin el nivel, no se podría seguir el hilo en una reunión familiar. Así y con virtualidad de los hechos no se puede planear nada, pero sí en la materialidad del texto.

10 marzo 2016

Observaciones instantáneas sobre el puente de Brooklyn

Puente de Brooklyn, Manhattan y Brooklyn, Nueva York
12 de febrero de 2016
Situación (a):
0 minutos
Brisa polar, 14º F
Soportable

(1) Autorretrato:
Autonomía
No capta el entorno
-
Descartado

(2) Autodisparo:
Técnica individualista
Supervivencia
El airecillo
La cuerda agarrada al metal desde la tercera foto

(3) La chica del vestido corto y la pamela marrón:
Una voluntaria.
A cambio de
una sesión de fotos para ella

(4) La chica americana amable:
Otra voluntaria
A cambio de
nada
-
(gracias)

Situación (b):
Cincuenta minutos
Brisa polar, vientos invernales
Congelación de los miembros superiores
Temblores

/ Experimento social
 / Resultados reducidos
/ Experiencia religiosa


06 marzo 2016

Evaporación

Times Square y Union Square, Manhattan, Nueva York
3 de febrero de 2016

Tengo la mochila húmeda, aún no está empapada, el chaquetón tampoco, pero intuyo que poco les falta. Me resguardo en una tienda de ropa en Times Square, en el último piso, donde hay una cristalera desde la que puedo claramente ver cómo llueve y también hay un sitio raro donde poder sentarse. Es como una superficie circular de color plateado que parece acolchado desde fuera y cuando la rozas descubres que es plástico duro con apariencia de material mullido bien conseguido. [Desde dentro, sentada, se ve que todos los de fuera tienen tienen mucha prisa. La gente tiene mucha prisa. Las personas andan rápido, se chocan unas con otras por llegar antes, supongo. Algunas llevan paraguas y otras no]. Paso ahí un buen rato, pienso sobre el tiempo, y me quedo con estas dos acepciones, la 9 y la 12:

9. m. Espacio de tiempo disponible para la realización de algo
12. m. Estado atmosférico
  
***

Sigo mi camino y sigue la maldita lluvia. Cojo la letra R y llego a Union Square por la salida de metro que se encuentra más lejos a la librería a la que quería ir. ¡Perfecto! (?) Sigue lloviendo, a pesar de que he pasado más de 30 minutos en el metro. Sigue lloviendo y la capucha de mi abrigo ha absorbido toda el agua posible y empieza a calar en mi gorro. Llego a mi segunda guarida y hago lo mismo: miro con detalle casi todo, en este caso las estanterías de los tres pisos del establecimiento, hasta que llego a la pared más alejada con respecto a la de la entrada de referencia en el último piso. Ahí me encuentro con dos personas más leyendo. Una está apoyada en la ventana con la planta del pie derecho tocando la pared y la otra está sentada sobre la moqueta. Llega otra persona más, que enciende su ordenador portátil y empieza a teclear. También se sienta en el suelo. Pasan 34 minutos y llega otra persona, la cuarta, un encargado de la tienda, y nos dice a todos que hay sillas para “nosotros” en la zona más cercana a las escaleras mecánicas.

Yo había inspeccionado toda la tienda y no había visto esas sillas. Definitivamente, no era la única persona extrañada, porque supongo que las otras tres tampoco las habrían visto. No sabría contar cuantas sillas negras había en esa zona. ¿Más de 50? ¿Más de 100? Todas las personas que estaban ahí sentadas, más de 15, estaban secas. Yo llevaba más de una hora en la librería y todavía estaba tenía la ropa calada. Dejé mis cosas en una silla de esas de plástico negro (en una de las que estaban vacías) y me fui a mirar por la ventana al sitio en el que estaba antes.

Comprobé que seguía lloviendo.
Lo supe porque en la oscuridad
las farolas iluminaban las gotas.

Volví a mi sitio después de confirmarlo
y ese auditorio improvisado estaba vacío.
Mi mochila y mi chaquetón habían desaparecido
y yo estaba seca.

02 marzo 2016

El suelo es mejor que un banco

Metropolitan Museum of Art, Manhattan, Nueva York
2 de febrero de 2016











Cuando en High School Musical se devanan los sesos por aprender sobre 
Yves Tanguy, Fernand Léger, Joan Miró y compañía. 

02 febrero 2016

Un soportal 'brooklynite'

Bushwick, Brooklyn, Nueva York
31 de enero de 2016

Érase una vez una galería de arte en Bushwick que tenía una web un tanto rara con información rara. Érase una vez una galería que se encontraba en un sitio extraño y érase una vez dos personas que iban en su búsqueda. Cuando estos sujetos llegaron al sitio (tras haber pasado por delante y haberlo obviado una primera vez, dado a la falta de señalización del lugar) decidieron que no era una buena idea ir a un sitio de arte subversivo. Es decir, uno de los sujetos opinaba que los momentos de trastorno no se eligen y que si se puede, generalmente, se huye de ellos.

De ese mismo pensamiento es de donde, probablemente, nació la idea de la cafetería que compartía pared con tal galería. De la idea de ofrecer cobijo a la gente afectada por haber traspasado las puertas del sitio colindante o de la idea de ofrecer una alternativa opuesta en un sitio perdido, si el individuo decide no entrar finalmente. Pues eso, que los dos sujetos anteriores entraron en una cafetería muy bonita con un área lleno palés y cajas detrás de la barra. Una cafetería un tanto mal distribuida pero muy bonita, según ellos. Un modelo de negocio nuevo que se escapaba a sus entendimientos, cuyas opciones de funcionalidad eran varias y así las enumeran: 

1. Es una cafetería y un almacén que no tiene nada que ver con el café, que alquilan, sino, por ejemplo, a una empresa de industria maderera. 
2. Es una cafetería que cuenta con un almacén con funciones de decoración.
3. Es una cafetería y su propio almacén, cosa lógica.
4. Es un lugar, afiliado al museo perturbador. Es el punto real que genera beneficios a la galería. No es una cafetería. No hay un almacén. Es un lugar situado en el ámbito del subconsciente al que nadie ha acudido y en el que nadie se ha tomado un chocolate caliente. 

Sí, eso es.

El revelado especulativo de la experiencia. / T. R. 

31 enero 2016

Contabilidad inicial

El Capricho y Barajas, Madrid
29 y 30 de enero de 2016

Me voy de viaje por unas semanas y, bueno, desde el primer momento empiezo gestionando mal algunos puntos de karma. En concreto 5 y una de las razones es que no pagué el coste extra para poder elegir asiento en el tren. Arriesgué y perdí. A ver, tenía un tercio de probabilidades de que me tocara el asiento individual y el dado de tres caras no me hizo caso, por mucho que lo calenté contra el tablero para que saliera el resultado que yo quería. Sí, hablo de una técnica ancestral de Algezares que pocos dominan y que algunos usan de forma ilegal y efectiva para ganar jugando al parchís. Lo que decía, gané esos puntos (que en definitiva malgasté) porque al llegar el tren descubrí que me había tocado en un sitio de dos personas que apenas tenía ventana (-1 puntos), pero al salir de la estación me di cuenta de que había un sitio individual libre a mi derecha y que la ventana lo abarcaba por completo. Pregunté al revisor y gané 6 puntos.

Apunte 1: mi saldo de karma es de + 5 puntos.

*
La gente tiene que verme mala cara porque me dejan lo sitios en el metro, a pesar de que no parece que necesite sentarme por enfermedad, por estar tullida por alguna guerra o por estar embarazada. En este caso, personas de mi misma edad, que normalmente no reparan en ese tipo de cosas, me ofrecen mejores posiciones con sujetabrazos al alcance de mi mano. Llevo una maleta de 20,5 kg, una mochila de más de 7, seguro, y una bolsa de tela blanca con comida. El chaquetón lo llevo abierto porque estoy ya preparada para un invierno del tipo moscovita, como poco. Tengo calor. Tengo un brazo (el derecho) ya dolorido. Tengo una hora y debo hacer un trasbordo de la línea 10 a la 5. El primer metro se me escapó en la cara y el segundo también, nada importante.

Bueno, bueno, que se me olvidaba hablar de la situación de las magnificas escaleras (no me refiero a las mecánicas) del metro de Madrid. En una de ellas, tuve un encontronazo con una señora mayor justo cuando me faltaban unos 5 peldaños para llegar al final. La señora me veía bajar (no era muy difícil verme) y decidió que yo mi último tramo lo tenía que hacer por el centro, es decir, sin poder agarrarme a nada y para que me matase y para estar ella viéndolo en primera fila. Continúo. La mujer se aferró a la baranda y me vi obligada a frenar para que mi maleta y mi cuerpo no toparan con el suyo y tuve que arriesgar mi vida. No exagero. Tampoco sé qué le pasaría a ella al final, pero espero que llegara a la cima de las escaleras sana y también deseo que no se tropezara con alguien y tuviera que ir por el centro de la escalera sin poder tener alguna sujeción. Cosas del destino.

Apunte 2:
· Resto 4 puntos de karma en concepto de la carga de maletas y la perdida de dos metros en mi cara (lo de la señora mayor no lo tengo en cuenta, aunque debería).
· Sumo 5 puntos de karma en concepto de ayuda de desconocidos.

*
Unos días antes de salir de viaje investigo para reservar una habitación doble  en un hotel. Antes que nada, quiero hacer especial hincapié en por qué, por lo general, si vas solo a un hotel, en la habitación encuentras dos camas y te cobran lo mismo que si van dos personas. Tema aparte, me merecía la pena un hotel que tuviera enlace con el aeropuerto. Es decir, me interesaba contar con servicio gratuito hasta la terminal 1 y me interesaba también que no estuviera muy lejos. Buscando, buscando, encontré un hotel por 30€ menos que uno que me recomendaron que estaba por la zona. Perfecto: no estaba mal, pero sí que tampoco era perfecto1. Me explico: la conexión WiFi debía funcionar bien, de hecho al principio funcionó bien durante una hora, pero después, no había manera de volver a conectar. Y lo de bajar a recepción otra vez a preguntar no lo contemplaba. Otra cosa, la calefacción no funcionaba y el aire acondicionado sí: muy coherente en invierno. En fin, no voy a seguir hablando positivamente del personal porque tampoco me propongo aquí hacer una crítica para Tripadvisor de este hotel, pero vamos, ya que me pongo, le doy 2 estrellas sobre 5.

Apunte 3:
·Sumo 1 punto de karma por encontrar la oferta, aunque me esforcé por encontrarla lo justo.
·Resto 3 puntos por las consecuencias de usar una habitación doble siendo solo una persona.

*

Llego al aeropuerto con tiempo y en esta secuencia hay poco que destacar. ¿Una hora y veinte minutos de retraso me aportaría 1,2 puntos? Supongamos que sí, pero está claro que la compañía se redimió con botellas de agua, bolsas de patatas fritas, chocolate y libros para colorear y hacer crucigramas (de los cuales por poco cojo uno) para amenizar la espera. Está claro, que sí que a mí se me gana por la comida y más si es gratis.

Apunte 4:
·Resto 1,2 puntos de karma en concepto de retraso del avión.
·Sumo 10 puntos de karma en concepto de comida gratis, que probablemente iría incluida en el coste de mi billete, pero da igual.

***

¿Las horas que técnicamente he ganado (un total de 6) computan como puntos de positivos? ¿Las que he perdido madrugando suman en esfuerzo?

Apunte 5:
·Por determinar.


1: Utilizo esta palabra dos veces porque, como puede intuirse, de "perfecto" no tenía mucho, como máximo podría ser "mediocre".